El fascismo hace uso del chantaje sin pudor. El fascismo toma rehenes. El fascismo pretende siempre imponer sus reglas por la fuerza y no por la razón. El fascismo no entiende de bandos ni partidos. El fascismo no es honra ni siquiera para los suyos, si es que realmente lo fueron. El fascismo no le hace ascos a nada y, cual Cronos sin escrúpulos, acaba alimentándose sin empacho de sus propios hijos. Pero junto con ese abominable banquete, consume también su propio tiempo. Y en esa loca carrera sin vuelta atrás, se precipita hacia el despeñadero.
A lo mejor es que no hemos evolucionado
tanto como queremos creen. A lo mejor es que las trincheras siguen abiertas.
David Olère, El ogro de las SS |
Ismael Serrano, Al Bando Vencido
Ismael Serrano, Papa cuentame otra vez