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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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Con la cabeza en las nubes: VII Encuentro de Blogueros. Cielos de Extremadura



Os dejo el programa del VII Encuentro de Blogueros (2017), que se celebrará el próximo día 25 de noviembre en la Fundación Xavier de Salas (Trujillo) gracias a la excelente organización a cargo de nuestros compañeros José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández García.

Me cuenta un pajarito que el aforo está prácticamente completo. Deseando compartir con vosotros ese día y ascender de la mano a los cielos.   


VII Encuentro de Blogueros 2017, Fundación Xavier de Salas, Trujillo
Encuentro de Blogueros, Fundación Xavier de Salas (Trujillo)



Beneath a Phrygian Sky Loreena Mckennitt

ME PREGUNTO CUÁNDO NOS EXTRAVIAMOS



Aguas turbias


Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid: "El principal riesgo que tienen los niños en la Comunidad de Madrid de malnutrición es la obesidad infantil".

En debate parlamentario a mediados de diciembre de 2014, Ignacio González, asegurando que la crisis ya era cosa del pasado y el verdadero problema de los niños madrileños consistía en que estaban demasiado gordos, se negaba a aceptar la propuesta realizada en la Asamblea de Madrid por el líder del PSM, Tomás Gómez, de abrir los comedores escolares en Navidad para todos aquellos niños y niñas en riesgo de pobreza infantil y carencias severas.



Me pregunto cuándo nos extraviamos

En qué desvío nos perdimos
y nunca más nos encontramos.
Cuándo renunciamos a los valores,
los principios, la conciencia…
Y además comenzó a resbalarnos.
Cuándo toda esta podredumbre
dejó de agredirnos al olfato.
Cuándo se nos olvido definitivamente
en qué consiste un ser humano.
            (S.G.I, Madrid, 24 abril 2017)


Léon Bonnat, Adam and Eve Mourning the Death of Abel
Léon Bonnat, Adán y Eva llorando la muerte de Abel


Queen, Bohemian Rhapsody

Manuales de supervivencia infantil: de cuando se nos perdió por el camino la utopía

Ventanal del Colegio Santísimo Cristo de la Salud de Hervás
Ventanal del Colegio Santísimo Cristo de la Salud de Hervás


En los últimos tiempos, el revuelo causado por la publicación ‒bajo el sello de una reputada editorial‒ de un presunto manual para la supervivencia en la escuela, me ha traído a la mente lo delicado que resulta escribir para la infancia. Cómo nuestra responsabilidad hacia la comunidad en tanto escritores se multiplica cuando nos dirigimos a un público aún no del todo formado y fácilmente influenciable. Lo he sostenido otras veces públicamente.
Su autora, que ofrece consejos sexistas y discriminatorios, ante la avalancha de críticas de padres, educadores y cerebros sencillamente cabales, se defiende afirmando que ella se limita a ofrecer pautas para eludir un problema ya existente. Es decir que promueve el conformismo, la aquiescencia e incluso la adhesión desvergonzada ante actitudes reprobables porque, según ella, adaptarte a lo que hay nos asegura no convertirnos en víctimas. Así, secundar al verdugo cuando acosa a otros compañeros, practicar nosotros mismos la discriminación, nos permite mimetizarnos con los individuos dominantes, evitando su atención y escapando de sus iras.
La tesis esencial de la autora es, por tanto, que cuanto antes los niños y niñas aprendan a aceptar las situaciones de violencia y desarrollen mecanismos para derivar esa violencia hacia otros inocentes, mucho mejor.
No se me antoja muy pedagógico.
Y yo me pregunto: ¿dónde queda la rebeldía, las ganas de luchar por un mundo mejor, la defensa de los valores y el honor?
¿Por qué molestarse en arremeter contra las normas o hábitos injustos?, imagino que se preguntará la pragmática autora. Para que la sociedad pueda seguir mirándose al espejo quizá, digo yo. Quizá, para permitir que nuestras comunidades progresen y se vuelvan, a ser posible, cada día más ecuánimes y solidarias.
Si a lo largo de la historia el ser humano se hubiese limitado a acatar las normas vigentes sin razonar sobre ellas, sin cuestionarse las consecuencias éticas, como la autora postula, sólo por poner dos ejemplos de los tantos que se pueden esgrimir, seguiría habiendo esclavos negros y la mujer continuaría sin derecho al voto. Los abolicionistas y las sufragistas deberían haberse adaptado a sus sociedades para evitarse problemas, para no llamar la atención. Y sin embargo optaron por el riesgo que suponía intentar cambiar lo que consideraban injusto, el segregacionismo racial y el sometimiento femenino. Y sin embargo, porque en toda época, a pesar de los riesgos, han existido personas consecuentes con sus principios y solidarias con sus semejantes, se organizó clandestinamente el Ferrocarril Subterráneo, y no pocas mujeres, tristemente, fueron encarceladas  únicamente por exigir sus derechos civiles.
Si nos hubiésemos conformado, si otros antes que nosotros se hubiesen “adaptado”, aceptado “razonablemente” su realidad, si hubiesen escuchado únicamente a su instinto de supervivencia y se hubiesen guiado exclusivamente por sus propios intereses o comodidad, la autora del polémico manual no habría podido firmar un contrato de edición sin el consentimiento de su marido. Ni viajar, trabajar por cuenta ajena o ejerciendo profesiones liberales u otras tantas actividades ahora consideradas habituales, sin el permiso de su tutor masculino ‒que sería siempre su representante legal‒. Porque ésta era la realidad que hasta hace bien poco vivían las mujeres en España. Yo aconsejaría que reflexionásemos todos seriamente sobre ello.
La autora se declara alarmada por las amenazas que presuntamente ha recibido. Me cuesta creer que precisamente quienes criticar el sesgo de su obra por machista, discriminatoria y otras cuantas cualidades escasamente edificantes, a quienes preocupa su influencia sobre la tierna personalidad de niños y adolescentes, postura aparentemente bastante responsable, se dediquen a reproducir comportamientos propios de la mafia ‒entiéndasemé bien, tampoco ella ha manifestado haberse despertado con una cabeza equina sobre su almohada‒. Pero, teniendo en cuenta cómo anda el mundo, inmerso en una espiral de violencia que amenaza con sumirnos en la peor visceralidad, le concedo el beneficio de la duda e incluso estoy dispuesta a creerla.
No obstante, me gustaría recordar que existen muchas formas de ejercer la violencia, y a menudo la más solapada se revela la más peligrosa. Me refiero esencialmente a esa institucionalizada, la que impone determinadas normas de conducta si se quiere ser aceptado; qué hacer, decir o cómo vestirse si queremos formar parte del grupo; cómo “cazar” y conservar a un ejemplar del sexo masculino... Qué mayor violencia que seguir reproduciendo un patrón que ha mantenido esclava a la mitad de la población durante siglos, que sólo ahora tímidamente comienza a desterrarse. Qué mayor violencia que alimentar con esos prejuicios a quienes no tiene aún experiencia vital suficiente para revelarse, ni tan siquiera para ponerlos en duda. Si un adulto, por demás un adulto con la suficiente autoridad para escribir un libro, dice que las cosas son así y así han de seguir siendo, seguramente ha de tener razón.
Hace poco descubríamos que el Ayuntamiento de Málaga estimó apropiado que los perros locales hiciesen sus necesidades sobre los restos de represaliados de la Guerra Civil, la segunda mayor fosa común de Europa ‒dudoso orgullo en el que sólo quedamos por detrás de Yugoeslavia‒, sobre la que se colocó un “pipicán” a sabiendas. Se me antoja muy revelador, esclarecedor sobre lo que determinadas instituciones, o para ser más exactos los cargos públicos que circunstancialmente las representan, piensan sobre la Memoria Histórica. Y establezco una asociación entre ambos casos porque lo de la mencionada obra dirigida a la infancia se asemeja peligrosamente a ciscarse en la memoria de quienes arriesgaron o dieron su vida por defender los derechos humanos en sentido amplio y también, más concretamente, los de la mujer ‒además, cómo no, en el dolor de quienes fueron víctimas de acoso infantil de niños‒. Ciscarse en ambos casos, en el del “pipicán” y en el del libro, en las víctimas, lo que me parece especialmente despreciable y mezquino, amén de cobarde.
Demonizar no es lo mío, pero sigo pensando que resulta indispensable reflexionar antes de hablar o escribir. Y si ello es así siempre, mucho más cuando nos dirigimos a niños o adolescentes. El escritor ha de ser consciente de su responsabilidad, pues posee un arma poderosa si se sabe usar con nobles fines y de modo juicioso; devastadora si se esgrime de forma insensata. Escudarse en la libertad de expresión, como se está poniendo tan de moda, para justificar cualquier atropello, no es propio de personas maduras. Lo mismo hacen quienes insultan y vilipendian públicamente, y no parece razonable ni decoroso. Para exigir respeto hay que aprender a respetar. Para obtener una sociedad respetuosa es condición indispensable educar en el respeto. Porque si no, estaremos incitando a que nuestros niños actuales continúen reproduciendo patrones violentos en el futuro ‒incluido insultar y amenazar a los escritores cuando sus obras nos parecen improcedentes‒. Y todo ¿por qué? Porque adaptarse a un mundo violento en lugar de combatirlo es lo más razonable si queremos sobrevivir, o al menos eso nos dijo un libro que leímos en nuestra infancia…
El problema, quizá, es que estamos hablando de un presunto manual de supervivencia, y no deberíamos enseñarles a nuestros niños a sobrevivir, sino a vivir. A ser posible, dignamente.
Y por cierto, respecto a esta teoría de hacer oídos sordos ante la ignominia y perseguir a las víctimas para comprar el favor y la protección de los verdugos, querría recordar los famosos versos de Martin Niemöller:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

                                                                                                                                  (Artículo originalmente publicado en Luz Cultural 11 de agosto de 2016, http://www.luzcultural.com/?p=4274 )



Julio Romero de Torres, “Conciencia tranquila”
Julio Romero de Torres, “Conciencia tranquila”


Demi Lovato, "Skyscraper"

Festival de las Aves Ciudad de Cáceres‏

http://festivaldelasavescaceres.gobex.es/…/Festiv…/programa/














La asistencia a las Jornadas requiere inscripción previa: 

Para consultar el programa de las Jornadas Técnicas: 

También podrás participar en el Maratón Fotográfico que se desarrollará de viernes a sábado. La inscripción se puede realizar en el siguiente enlace: 
http://festivaldelasavescaceres.gobex.es/…/Maraton-fotogra…/




PUNTOS DE ENCUENTRO




Aquí va, con un poco de retraso pero también con mucho amor, mi participación en la publicación Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, coordinada por nuestros compañeros José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y editada gracias a la Dirección General de Turismo de la Junta de Extremadura y a la Fundación Xavier de Salas.

Ha sido un privilegio verse rodeada de autores tan especiales. Gracias a todos vosotros por vuestro esfuerzo y entusiasmo. La nuestra es una tierra hospitalaria, siempre dispuesta a acoger al peregrino, y creo que así la hemos pintado.





GRANADILLA
VESTIGIOS DE UN NAUFRAGIO

Salomé Guadalupe Ingelmo


                                        Granadilla: A un mar interior
                                        En las casas abandonadas,
                                        o restauradas,
                                        se adivinan murmullos sin cuerpo,
                                        sonidos amortiguados,
                                        como ahogados por el líquido elemento.
                                        Dicen, de quienes reconstruyen el pueblo.
                                        Pero yo intuyo, sé,
                                        que llegan de otro tiempo.
                                                           (S. G. I., Hervás, 11 de agosto de 2011)


La muralla que separa ambos mundos, pasado y presente, domina sus ruinas: laberinto de callejuelas donde perderse. Pareciera víctima de una sigilosa guerra que todo lo hubiera arrasado sin consideración. Y sin embargo no está vencida; un pueblo se levanta de sus cenizas por voluntad, con trabajo y esfuerzo. Por orgullo y dignidad, se levanta. Quizá agonice, pero nunca muere a manos de otros. O se suicida o anda. Y ella no se ha rendido del todo. Ni a pesar de todo. El hombre es animal que carece de memoria. Por eso continúa allí, en pie. Tozuda, reacia a alimentar el hambre insaciable del olvido: museo vivo, martillo contra el yugo que oprime.
Hace décadas que la quimera del mar le lame los pies. A veces se engalana, cubre sus muros de
conchas… Pero aún se resiste pudorosa a un idilio que intuye insidioso. Ella no olvida: ansía lo que ya no puede tener, la tersa llanura que yace medio ahogada a sus plantas, sobre un fondo en calma donde no habita el sonido. Ansía una piel erizada de tercas encinas y alcornoques, como una barba incipiente: áspera pero familiar. Ya no volverá. No importa cuánto pueda esperar, no secará el pertinaz sol los fluidos derramados. Sólo permanecen los lánguidos eucaliptos, extranjeros nostálgicos de desconocidos continentes a la deriva. En junio, los pétalos ajados de las jaras nievan el duro suelo. Vuela por el aire el canto de un cisne, el último.
Visto por ojos profanos, diríase un paisaje lunar, yermo. Pero los mulos rumian al amor de sus muros, y los lechones juguetean ociosos en el barro. El gamo de mirada tierna observa asombrado la vida que se acelera más allá de las murallas: parecieran cárcel y quizá simplemente sean refugio. Imprevisibles, brotan pequeños vergeles del suelo calcinado: los huertos donan frescor y los frutales, sombra bajo la cual posar unas palabras. En sus recovecos se detiene el tiempo. Los asientos son de piedra: no hay urgencia para el caminante.
Granadilla, fundada en 1170 por Fernando II, desde 1980 declarada Conjunto Histórico-Artístico, fue desalojada en los años cincuenta tras ser declarada zona inundable por la construcción del embalse Gabriel y Galán. Las familias campesinas, despojadas de sus tierras, hubieron de abandonar el pueblo, que se convirtió en un fantasma. Sus olivos soñaban bajo el agua el pronto regreso. Pero las vidas de los últimos resistentes naufragaban en una isla cada día más pequeña: el mundo exterior parecía ajeno a la tragedia.
Desde 1984 Granadilla forma parte del programa “Recuperación y utilización educativa de pueblos abandonados”. Jóvenes estudiantes lo rehabilitan: lo animan otra vez voces nuevas. No obstante en el Día de Difuntos los antiguos habitantes, los vivos y quizá los muertos, regresan a su tierra.

Texto y fotografías: Salomé Guadalupe Ingelmo 
Paisaje: Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza


Salomé Guadalupe Ingelmo, “Granadilla. Vestigios de un naufragio”, en José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández y (Coord.), Turismo cultural y patrimonio natural en Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza, Dirección General de Turismo Junta de Extremadura – Fundación Xavier de Salas, 2014, pp. 114-118.


Azules de Granadilla, Alejandro Cabeza, Alejandro Cabeza, Pintores Valencianos, Pintores de Valencia, Retratos de Alejandro Cabeza, Pintor español, Pintor Valenciano, Pintura Valenciana, Retratista Valenciano, Retratista Español, Maestros españoles del retrato, Retratistas españoles actuales, Pintores españoles
Azules de Granadilla, por Alejandro Cabeza







Gortoz a ran, Denez Prigent & Lisa Gerrard





EL TEATRO NO SE HACE PARA CANTAR LAS COSAS, SINO PARA CAMBIARLAS (VITTORIO GASSMAN)


Salomé Guadalupe Ingelmo, Ángel Ganivet, Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet, Concurso Literario Ángel Ganivet, Concurso Ángel Ganivet, Premio Ángel Ganivet, Certamen Ángel GanivetSalomé Guadalupe Ingelmo, Ángel Ganivet, Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet, Concurso Literario Ángel Ganivet, Concurso Ángel Ganivet, Premio Ángel Ganivet, Certamen Ángel Ganivet



















ALICIA SE MIRA EN EL ESPEJO
MEDEA ENCADENADA
SALOMÉ GUADALUPE INGELMO (ESPAÑA)
NUEVA DRAMATURGIA PODEROSA Y CONVOCANTE
F.G.C

Ediciones COMOARTES (CIINOE) presenta en profundidad a una nueva y excelente dramaturga: Salomé Guadalupe Ingelmo (España, escritora de quien hemos dado a conocer recientemente su primer volumen de narrativa), al editar como libro su monólogo inédito Alicia se mira en el espejo, acompañado de dos entrevistas, y, en un cuaderno, su colección de microficciones monoteatrales Medea encadenada (monólogos, soliloquios, monoteatros sin palabras…).
     Alicia se mira en el espejo y dos de los textos de Medea encadenada, también inéditos, han sido escritos especialmente a mi pedido y para esta editorial, dentro de la cruzada que como hombre de la escena inicié a finales de los años setenta por el auténtico monólogo escénico: el teatral, y que desde entonces ha sumado en diversos países numerosas acciones de trascendencia. La publicación digital de Alicia se mira en el espejo, Ediciones COMOARTES, Colección Los Libros de las Gaviotas 25, Madrid / México D. F., 2013, incluye además dos entrevistas (una inédita) mías a Salomé Guadalupe Ingelmo: “El monólogo recrea una intimidad sin parangón” y “La narrativa es introspección y revelación” con tanto extrapolable al universo del teatro (que también narra) y proveniente de mi “Indagación sobre la narrativa” / Contemporáneos del Mundo; todo para hacer de este libro un volumen preciado, sobresaliente para el teatro y quienes crean dentro de, o con respecto a, su galaxia. Mientras que la publicación digital de Medea encadenada y otros textos dramatúrgicos hiperbreves, Ediciones COMOARTES, Colección Los Cuadernos de las Gaviotas 97, 2013, reúne quince monólogos, soliloquios, monoteatros sin palabras hiperbreves, la mayoría premiados en concursos internacionales, algunos de modo absoluto o muy relevante, por su originalidad, profundidad, belleza, rotundidades. 
     Alicia se mira en el espejo y los dos hiperbreves “Lapsus en niña menguante” y “Penitenziagite” / Más dulce será la caída”, en Medea encadenada,  se suman ahora a otros monólogos y textos para lo unipersonal creados a petición expresa mía y editados, por citar dos de los años setenta: Yo tengo un brillante, de Nicolás Dorr, y La Machuca, de Eugenio Hernández Espinosa, dramaturgos cubanos contemporáneos de los más significativos a escala mundial que escribieron así sus primeros monólogos. Y más recientemente, a los igualmente solicitados por mí –y, estos, publicados ya por nuestra Ediciones COMOARTES–, de grandes nombres de la escena: Desde el sótano, de Nicolás Dorr (Cuba), Conversación con Pablo, de Sara Joffré (Perú), Bel La Bella, de Antonia Bueno (España) y La luna y el pozo de Mar Pfeiffer; en tanto están en proceso otros que he pedido a dramaturgos de España, de Cuba…
     Alicia se mira en el espejo, cincelado y clamoroso alegato contra la violencia de género, de la denuncia y del compromiso, de la brillantez y de las múltiples significaciones, se inserta en esta historia para añadir (junto a los dos textos hiperbreves de igual excepcionalidad) una columna dramatúrgica poderosa y convocante. 
     Dos publicaciones, libro y cuaderno, que son un homenaje a la escena de Ediciones COMOARTES desde las excelencias de los dieciséis textos de Salomé Guadalupe Ingelmo que ya la CIINOE comienza a difundir masivamente por el planeta. 
     El teatro, como el amor, es horizonte habitado por todo lo que somos. F.G.C


Potente e inquietante el monólogo de Salomé Guadalupe Ingelmo: Alicia se mira en el espejo. Pude ver y sentir ese espacio tan fuerte de ropero-cárcel. Su publicación se inserta en la gran cruzada de la palabra que hacen F.G.C , José Víctor Martínez Gil y Ediciones COMOARTES. Mar Pfeiffer, dramaturga argentina.

AL CAMINAR SOBRE LAS ASCUAS

Como algunos de vosotros quizá recordéis, el pasado 14 de octubre se declaró un incendio en la sierra de Hervás. El fuego tardó varios días en ser extinguido y, como consecuencia, se quemaron más de 300 hectáreas de monte. La alta pendiente de la zona afectada y su cercanía al cauce del Horcajo, que abastece al pueblo, hizo temer que las lluvias y arrastres invernales provocasen una amplia erosión y que los residuos del incendio llegasen hasta la presa del Horcajo.
Por si hay personas que piensan que un incendio es algo puramente anecdótico, que el monte se regenera sólo sin demasiadas dificultades, para aquellos que nunca hayan experimentado la desolación de circular por cumbres devastadas por el fuego, hoy quiero dejar el testimonio de algunas fotos tomadas hace un par de días desde la Pista Heidi, en la zona que se extiende entre Gargantilla Honda y el río Horcajo. Quizá quienes no están acostumbrados a circular por los montes pelados por el invierno no perciban tan claramente los daños a primera vista, por lo que aconsejo aumentar las fotos. Al final observaréis el paisaje apocalíptico que ofrece la presa del Horcajo, la que normalmente abastece al pueblo, totalmente vacía y blanqueada por la escarcha.



















DEVASTACIÓN
Negro cielo.
Negra tierra.
Negro es el carbón.
Negro, el color de la ausencia.
Negros, los pozos sin fondo
de la conciencia.
Negra, la ceniza que nieva
enturbiando los pensamientos
del poeta.
                                                                                          (S. G. I. Hervás, 27 de diciembre de 2011)


Para escuchar Dios de la lluvia, de El último de la fila

EL FINAL DE UNA ERA


De los tres enormes castaños que surgían al pie de un padrón en el Castañar del Duque, en la senda que enlaza la pista principal que va de Hervás a Gargantilla con la carretera que conduce al Puerto de Honduras, ya sólo quedan dos. Uno de ellos no ha resistido, quizá, la embestida del viento. Sus raíces, carcomidas, ahora miran al cielo. En su caída, involuntariamente, ha arrastrado algún castaño más joven. Los dos supervivientes honran al compañero coronándose de verdes hojas. Aunque su tenaz follaje parece languidecer por momentos.




REQUIEM
Calla el bosque sobrecogido:
mudos los pájaros por respeto.
Hoy la niebla cubre el sol.
Las campanas suenan a muerto.
El tronco lleno de arrugas
yace tendido en el suelo.
Ya no coronará el verde tus ramas,
ni dormitarás otro invierno.
Al fin ha rendido sus armas
el infatigable caballero.
Duerme un sueño profundo.
Descansa hasta el final de los tiempos.
Espera, gigante, en la otra orilla
a los restantes dos mosqueteros
                                                                           (S. G. I. Hervás, 2 de agosto de 2011)














Para escuchar a Loreena Mckennitt interpretando The Two Trees








QUE LAS HADAS PROTEJAN LAS MURALLAS DE HERVÁS. Y DERRIBEN LAS MENTALES

Hoy quiero parafrasear un título de Laura Uve (“Que las hadas protejan el amor” −http://u-topia1.blogspot.com/2011/02/que-las-hadas-protejan-el-amor.html−. Porque citar correctamente suele ser motivo de orgullo para el autor, y nada tiene que ver con el ruin plagio), y hacer un llamamiento a esas hadas en las que ella cree. En las que yo, a pesar de mi edad, aún sigo creyendo con una fe que no quiero considerar ciega, sino de penetrante vista. Porque, en efecto, no sólo es posible ver con los ojos. Y ése es uno de los motivos por los cuales os insto siempre a reapropiaros del tan (y tan injustamente) denostado tacto: a tocar, entre otras cosas, los árboles. Aprender a sentir es un largo proceso. Y el aprendizaje sentimental requiere mucha práctica.

Ayer, regresando de Gargantilla bajo la torrencial lluvia, la muralla, el agujero en la muralla, se materializó en mi mente. Porque estaba muy sumida en el paisaje interior y en su apasionado idilio con el paisaje exterior que me circundaba, pero no podemos caer en la tentación (ni siquiera los amantes más encendidos deben) de desgajarnos sin más del mundo. Ni de permitir que nuestra alegría o nuestro dolor se nos antoje el universo entero. Porque, de hecho, quizá nuestra alegría o nuestro dolor valgan mucho menos si no son compartidos. Quizá ni siquiera merezcan tales nombres cuando brotan aislados. Y porque yo no soy solo conmigo mismo: soy con otros, insertado en un tejido social que me debe, pero al que yo también debo. Siempre he considerado más satisfactorio regalar a que me regalen, amar a que me amen, escuchar (aunque quizá a veces no lo parezca) a que me escuchen.

Ayer pensaba en los efectos devastadores, peligrosísimos, que tendría toda esa agua en el precario apuntalamiento. En cómo el terreno se empaparía y pesaría cada vez más y más. Hasta quizá derrumbarse definitivamente.

Hoy, un vecino afectado me comunica que otro de los penitentes, conocedor además de los secretos del noble arte de la albañilería, asegura haberse percatado de que a lo largo de esta noche una modificación ha habido: uno de los puntales de la derecha se comba más que antes. Bajo lo que un profesional describe como un peso que ha aumentado en las últimas horas. Las piedras, la tierra y el lodo siguen bajando furtivamente, sigilosamente. ¿Dejaremos que ese lodo entierre? ¿Que enfangue la conciencia y con ella la memoria?

Si no nos protege el Ayuntamiento, que al menos nos protejan las hadas. Aunque, con todo el amor y el agradecimiento que nutro por lo sobrenatural, yo preferiría que fuesen los primeros quienes lo hiciesen: supondría un gesto. Quizá un gesto indicativo de un cambio de actitud. Y también de un cambio en el acercamiento a los vecinos de Hervás y sus problemas, a los problemas de las personas cuyos intereses presuntamente representa. Que el sistema no se revele un espejismo. Porque yo soy, fundamentalmente, mujer de fe. Y quiero seguir creyendo.

Mi salud mental y emocional agradecería sobremanera al Ayuntamiento de Hervás que tomase medidas, aunque éstas hubiesen de ser provisorias (si de verdad quien tiene que poner los fondos, sea quien sea, no dispone en este momento de ellos). Aunque fuese revisando (por parte de expertos fiables) el apuntalamiento y renovándolo. Si es que de momento no es posible restaurar, cuanto menos, ese pedazo de muralla. No esperemos a la desgracia.

ENTERRADOS VIVOS


Es necesario mirar dentro. Pero sin perder de vista lo que hay fuera ni siquiera en los momentos en los que la introspección es más profunda o nos encontramos en las simas más insondables. Porque de hecho esa introspección, que ha de servir para mejorarnos, ha de convertirnos en individuos más valiosos para la comunidad, para dar más y mejor a nuestros semejantes.


Hoy acogeremos una entrada que recupera, sin metáforas ni otras figuras literarias, sin velos, la esencia originaria de este blog, y también de mi blog centrado en la judería de Hervás (http://traslospasosdelpuebloelegido.blogspot.com). Ambos nacieron en su día con vocación de servicio a la comunidad, ya sea a la de Hervás o a una mucho más amplia. Y hoy ponemos ambos al servicio de la comunidad más restringida: la patria chica. Pero apelando también, por supuesto, a la solidaridad de los que componen la mayor: a quienes nos han visitado o nos visitará, a quienes quizá nunca lleguen a conocernos y sencillamente se preocupan por su prójimo. Porque además los amantes de la naturaleza suelen ser personas especialmente solidarias, en buena medida por motivos que analizamos hace ya algún tiempo.

Disculpareis si el título parece un tanto efectista. Si adopta tintes dramáticos o incluso catastrofistas. También podría haber titulado esta entrada “La muralla de Hervás se está cayendo”, parafraseando la famosa cancioncilla infantil inglesa “El puente de Londres se está cayendo”. Pero la cosa es que yo, que (os lo creáis o no) tiendo siempre a desdramatizar, en este momento no tengo ningunas ganas de tomármelo a broma. No, porque no es cosa de risa que las personas no concilien el sueño por las noches pensando si la muralla que rodea la Iglesia de Santa María de Hervás (Santa María de la Asunción de las Aguas Vivas) acabará cayendo sobre sus cabezas. No es una bella margarita que deshojar.

Hoy, a eso de las dos de la tarde, cuando le preguntaba a una de las vecinas más afectadas qué mensaje deseaba transmitir a las personas que leyesen esta entrada (a todos sus vecinos, si fuese posible que a ellos llegase a través de nosotros), qué sensación quería que los demás percibiesen, ella respondía, como es lógico, “que se vive con miedo”. Añadía “cuando escucho ruidos raros por la noche, pienso Ay, Dios mío, a ver si es la muralla que ya se está cayendo. Y cuando sopla el viento pienso a ver si se va a caer ahora”. Añade este testigo que ayer vio desprenderse nuevamente tierra en el hueco apuntalado en la muralla. Apuntalado como lo veis en las fotos desde que esas piedras se derrumbaron, unos días antes de Nochebuena. Qué gran regalo de Navidad para los vecinos de esta calle, que ocupa la parte trasera de la iglesia y que va a dar a un mirador bastante transitado también por los turistas.

Y lo cierto es que este regalo no es inesperado, no es el primero que esa muralla les ofrece. Un pedazo contiguo, reconstruido ahora (lo veis de color ligeramente más claro en las fotos), se cayó hace casi siete años. Entonces, los mismos vecinos que ven ahora peligrar su integridad de nuevo habían avisado de que un día u otro sucedería una desgracia, como han hecho ahora también en varias ocasiones. Consiguieron que la zona fuese visitada por la aparejadora del Ayuntamiento, que según estos testigos les tranquilizó diciéndoles que aquello resistiría. Que les tranquilizó es una forma de hablar, porque entre los testigos había personas dedicadas al noble arte de la construcción, y su optimismo no se les contagió. Según me contaban hoy, esa misma noche la muralla cedió. Sepulto la moto de uno de los vecinos, dañó las escaleras de ingreso a su casa y no se llevó a nadie por delante porque quiso el destino, o la Providencia, que nadie transitase en ese momento por la calle. Pero las piedras de la muralla acariciaron bruscamente las pareces de esas casas. De haber sido más alta la muralla… De hecho tal fue la vibración que el derrumbe produjo que posteriormente estos mismos vecinos advirtieron goteras en su techo y, al ir a repararlas un albañil contratado por ellos, éste les comentó que el problema se debía a que la desgracia había provocado que se descolocasen las placas sobre las que apoyaban las tejas.

El problema se repitió unos diez metros más adelante hace unos tres años, cuando otro pedazo de la muralla cedió sobre una cuadra. Y venía de antiguo: hace unos cuarenta y pico años otro pedazo de la misma se había derrumbado ya.

El boquete que observáis en las fotos, el que ahora nos ocupa y reclama atención inmediata, se abrió, como os decía, unos días antes de Nochebuena. Como otras veces, los vecinos habían avisado antes reiteradamente al Ayuntamiento del peligro, que es consabido. Ese día, cuando finalmente se derrumbó, al ser avisada, la policía se personó inmediatamente. Los vecinos fueron desalojados durante dos noches: tres familias debieron abandonar sus casas. En realidad toda la calle se veía afectada, pero las demás familias no viven asiduamente allí.

Desde entonces, desde antes de Navidades, ese boquete sigue apuntalado de la forma precaria que veis (los puntales internos apoyan sobre tierra removida). Y lo más preocupante no es sólo el tiempo que ha pasado (tiempo en el que esos vecinos no duermen tranquilos), sino todas las lluvias caídas que lógicamente aumentarán los desprendimientos en el terreno, en una roca que se erosiona con facilidad. Hoy otro de los afectados manifestaba que si no ha terminado de caerse no es por los puntales, sino porque Dios no ha querido. Y es que, en efecto, Él aprieta, pero no ahoga. Aunque las acciones de los responsables no se deberían limitar a confiar en esta máxima. Está muy bien tener fe, pero a veces eso no basta. No debe bastar. Especialmente si se es un cargo público.

Me confirman que la Policía Municipal pasa con una cierta frecuencia a ver el estado de la zona apuntalada. Pero lo cierto es que, a pesar de no albergar dudas sobre la escrupulosidad con la cual desenvolverán su función, ellos no son técnicos. Parece ser que los peritos estuvieron sacando fotos después de Navidades. Los vecinos se sienten abandonados y muy defraudados. “No se puede tener esto en tal estado de dejadez”, me decía uno hoy.

Las quejas al Ayuntamiento han sido múltiples y actualmente, ante la aparente pasividad, los vecinos están recogiendo firmas. La respuesta es siempre la misma: que ya están en ello. Pero en ello llevan desde las Navidades. Y éste es un problema recurrente desde, como hemos visto, el cuarenta y pico. Mucho llevan en ello para sólo parchear malamente algunas zonas con ladrillo (visto que la iglesia es uno de los monumentos más antiguos de Hervás, tengo mis dudas sobre lo oportuno de este tipo de “arreglos”) o rehacer pequeños tramos una vez éstos se han caído del todo. Será que a mí me ha encantado siempre el dicho “mejor prevenir que curar”. Sobre todo porque en este caso, con algo tan serio, podría no haber cura posible.

La otra respuesta es que esas obras son responsabilidad del Obispado.

Bien, querido Ayuntamiento de Hervás, a los vecinos ya les da igual de quién sea la jurisdicción y la responsabilidad: el riesgo real, inminente, está denunciado desde hace mucho, y se lleva demasiado tentando a la suerte. Lo razonable en este caso sería resolver el problema inmediatamente, y luego depurar responsabilidades o apelar a la conciencia de quién sea necesario. Solucionad primero y después echaos en cara entre vosotros todo lo que queráis. Lo pague el Obispado, el Ayuntamiento de Hervás o la Junta de Extremadura, eso ha de ser resuelto ya, PORQUE ES LA VIDA DE PERSONAS DE CARNE Y HUESO LA QUE ESTÁ EN JUEGO. DE PERSONAS QUE ESTÁN VIVITAS Y COLEANDO... DE MOMENTO. Podría decirlo incluso más alto, pero no más claro.

La pregunta es si vamos a seguir esperando hasta que ocurra una desgracia irreparable, una que no sea “sólo” material: hasta que un día alguien pase despreocupadamente por allí y una enorme roca de corazón duro se lleve su vida prematuramente por delante. O hasta que la ansiedad les destroce los nervios a quienes viven bajo esa amenaza constante.

Como me hacen notar los vecinos, en este momento si ocurriese alguna desgracia, si se necesitase asistencia médica urgente, por ejemplo, una ambulancia no podría acceder a esta calle. Como observáis en las fotos, ya resulta complicado simplemente entrar en esas casas; los pedruscos caídos llegan casi hasta las mismas puertas.

Por otro lado esa muralla, como os decía antes, forma parte de un patrimonio histórico que hay que salvaguardar, que está exigiendo un mantenimiento, una reconstrucción adecuada (que desde luego no debería pasar por el parcheo con ladrillo).

La iglesia de Santa María ocupó un bastión en origen templario. Fue construida en el siglo XIII y es escenario de algunas leyendas de esta comunidad; forma parte de un bagaje histórico, cultural y artístico que hay que preservar. Es un monumento de todos los hervasenses. Igual que este problema no atañe sólo a los habitantes de esa calle, sino a los de todo el pueblo.

Éste es, ante todo, un llamamiento a la solidaridad de todos los habitantes de Hérvás, que han de recuperar el sentimiento de pertenencia a una comunidad, como existió antaño. Hacedlo por generosidad, por empatía, por haber comprendido que lo que le sucede a uno es lo que nos sucede a todos. Pero si no sois capaces de hacerlo por esos motivos, hacedlo al menos por egoísmo. Porque mañana os podría tocar a vosotros: porque un día podrías tener un problema del que el resto del pueblo decidiese desentenderse.

Os recuerdo el famoso poema de Martin Niemoeller “Cuando los nazis vinieron”, que muchos atribuyen a Brecht.


Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,

guardé silencio,

porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a buscar a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío.

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar.



La lista para recogida de firmas que se presentará en el Ayuntamiento está en la tienda de ultramarinos de José Luis del Arco, en la calle Relator González 23 (La Calle de los Comercios para los hervasenses). Él es uno de los principales afectados (si bien tiene la fortuna de no vivir allí. Es su secadero el que podría desaparecer cualquier día bajo la muralla) y os atenderá con mucho gusto. No sigáis callando como habéis callado con tantas otras cosas sólo porque, como algunos confesáis en privado, “no se puede cambiar nada”. No os escondáis tras esa pobre justificación. Sería más vergonzoso aún en los tiempos que corren, en los que las voces ponderadas y pacíficas parecen dispuestas a reconquistar los lugares que les corresponden, a reconquistarlos incluso en circunstancias mucho más adversas que las nuestras. Id a firmar por conciencia, por compromiso, por generosidad. Y si no podéis, id a firmar por egoísmo. Pero id.

Por último, se me ha ocurrido que algunos hervasenses que viven lejos pueden (deberían) estar interesados en mostrar su apoyo y exigir una actuación responsable. Se me ha ocurrido que podríamos habilitar un correo electrónico para que a él pudiesen enviar su firma escaneada. Así mismo podríamos hacer otra lista con todos aquellos interesados en mostrar su apoyo a los vecinos de Hervás aun no siendo hijos de la villa. Quizá al Ayuntamiento le interese constatar cuántas personas, potenciales turistas, se preocupan por la buena salud del pueblo. Porque quizá un día podrán quedarse sin monumentos que visitar. Nuestros embutidos y dulces seguirán siendo proverbiales, pero no estaría mal que pudieseis encontrar aún el pueblo en pie si os decidís a hacernos una visita.

¿Qué exagero? No sé, podría ser: entero no se va a caer. Pero es que con la vida y la tranquilidad de las personas no se juega. Me parece.




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