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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

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HERVÁS-HOYA MOROS (BÉJAR) IDA Y VUELTA A 30 DE AGOSTO


Hoy nos vamos por montaña a Béjar, a la espectacular Hoya Moros, desde donde contemplaremos los meandros que se forman cerca del nacimiento del río Cuerpo de Hombre.

El Canchal del Pinajarro será la cumbre más baja por la que pasemos. Iremos subiendo por el Canchal de los Campanarios y más alto aún encontraremos Los Dos Hermanitos (2293), El Torreón (2373) y el Calvitero (2400).
Ni que decir tiene que no es el periodo más apropiado para hacer este recorrido de por si bastante exigente, ya que vamos y volvemos partiendo de Hervás y empezamos el día trepando al Canchal del Pinajarro por las proximidades de Hoya del Ferrero. Así, para ir abriendo boca. Este momento del año implica dos problemas fundamentales: el agua y las retamas. Me diréis que las retamas están allí todo el año, pero hay que ver cómo están ahora, en pleno vigor, y especialmente después de un invierno tan lluvioso. En las fotos comprobaréis que los retamares son tupidísimos y en ellos apenas se aprecian los hitos. Entre unos y otros en este momento ya no quedan rastros de veredas, así que hay que guiarse por el instinto, el sentido de la orientación y la lógica. Por otro lado cuando salimos de los retamares a zonas más despejadas de rocas o praderas no encontramos indicaciones. En definitiva, en todo el trayecto los hitos o están muy dispersos o tapados por la vegetación. Resumiendo, si no tenéis sentido de la orientación y os atrapa el pánico si no encontráis indicaciones en el terreno, mejor que lo intentéis sólo en periodos en los que el camino pueda estar más despejado. Por lo que respecta al agua, yo consumí entre 7 y 8 litros, que hay que llevar a la espalda y cargar también mientras se trepa... En las zonas de pastos encontraréis pozas medio secas en verano. Son zonas transitadas por vacas, así que hay que tener mucho cuidado. No obstante, yo sí me fiaría de recoger agua en las primeras que encontraréis, ya que el arroyo que las abastece aún es visible, si bien con muy poco caudal, y la temperatura (está bastante más fría que la de arroyo Forero) y la transparencia ya nos indica que el recambio es muy constante. En estas pozas podréis disfrutar de la vida acuática de la que os dejo ejemplos en algunas fotografías. Otra opción es llevar pastillas potabilizadoras. En efecto sería lo más inteligente para echar mano de ellas en caso de emergencia. No obstante yo evito cualquier ayuda externa del mundo civilizado; tengo mis manías como todo el mundo.
Como no he estado nunca en el lugar y nadie me sabe dar explicaciones precisas sobre cómo llegar, llevo conmigo un plano topográfico de la zona (MTN 576-I Tornavacas). Confío en que lograré encontrar los hitos que deberían marcar el trayecto y en que, si no, seré capaz de orientarme.

Me acerco al Pinajarro tomando el camino de la Luz y enlazando el canal con la pista mediante las Tabladillas. En lugar de trepar por el Canchal de frente, subo por el lateral derecho, en las proximidades de Hoya del Ferrero. En esta zona encontraréis varias veredas entre los piornos que han ido haciendo las vacas. El objetivo es irlas aprovechando en la medida de lo posible, ir enlazando unas con otras en continua subida hasta alcanzar la cumbre. En este lado del Pinajarro quizá logréis dar con hitos, pero están bastante espaciados y el camino que marcan tampoco es especialmente bueno. En efecto puede haber alguna forma más sencilla de subir, pero hoy me da por ponerme a prueba, a ver si a mi edad aún resisto.

A propósito de los piornos, es cierto que pinchan, pero en zonas de terreno muy suelto, piedras inestables o hierbas secas (lo más peligroso por lo que resbala) se convierten en nuestros aliados, pues sus raíces son capaces de soportar bastante peso. Así que nos agarramos a ellos todas las veces que haga falta.

Ya en los primeros treinta metros de Canchal me pincho un ojo con una caña seca. El dolor es considerable y las molestias continuaran durante todo el trayecto dificultando bastante el hacer fotos. No es el único percance del día, y yo no suelo sufrirlos, lo que quizá de una idea de que el recorrido no es tan sencillo y resulta lo suficientemente largo como para que pase un poco de todo. Lo importante es que todos los percances se quedan en un casi: casi me salto un ojo, casi me disloco un tobillo (el mismo) dos veces, casi me luxo el hombro izquierdo... Pero mientras que sea casi no hay problema.

Además se me pasan todos los males al contemplar los trece buitres que vuelan en círculo sobre mí en lo alto del Pinajarro. Comienzan siendo dos que vuelan lo bastante bajo como para que los vea perfectamente. Al poco descubro que en realidad son cuatro. El hecho curioso es que de repente empiezan a llegar los demás, casi como si fuesen una bandada de grandes palomas, desde el Canchal de la Portilla del Arenal. Son animales majestuosos y el espectáculo es uno de los más fascinantes que he podido disfrutar. No obstante resulta un tanto inquietante, casi como si se estuviesen diciendo "chicos, el desayuno está servido. Ésta ya está en las últimas".

En las fotos observaréis un hito gigantesco (algo más de dos metros de altura). Está muy cerca de los restos de la alambrada que delimita las tres provincias: Salamanca, Cáceres y Ávila. Como os decía antes no es la norma; la mayoría son hitos infinitamente más pequeños (en las fotos apreciaréis alguno perdido en el mar verde del retamar) y en las proximidades de Hoya Moros están muy dispersos.

Dificultad según mi particular escala de valores: tela (al menos en esta época del año).

Distancia: muy difícil de calcula por todo lo expuesto antes (dependerá de por dónde subáis al Pinajarro y de si seguís meticulosamente los hitos o no). En mi caso recorrí unos 19 km de ida y otros tantos de vuelta. El problema no es la distancia (estoy acostumbrada a ese tipo de marchas, en las que tardo muchísimas horas menos), sino la dificultad del terreno por el que transitaréis. Por si fuese poco, bajo un sol abrasador en esta época del año y con una carga considerable de agua.

Tiempo estimado: imposible calcular con exactitud ya que variará según el lugar por el que decidáis subir al Canchal del Pinajarro y si luego seguís los hitos o decidís desviaros ligeramente el resto del trayecto (lo desaconsejo si no tenéis clarísimo que sabréis orientaros). Personalmente a la ida seguí casi todo el tiempo los hitos, pero en la vuelta no los tuve en cuenta en absoluto: regresé orientándome a mi modo y tardé bastante menos al evitar en buena medida las retamas más altas (algunas me llegaban a la altura de la cabeza). El regreso lo hice literalmente corriendo, pues me preocupaba tener suficiente luz para bajar el Canchal por donde lo había subido. De Hoya Moros a la base del Pinajarro, es decir a la Pista, tardé a la vuelta tres horas (salí de Hoya Moros a las 16:20 y a las 19:20 ponía el pie en la Pista) bajando por Hoya del Ferrero. Pero como digo iba literalmente corriendo por la preocupación de quedarme sin luz. El recorrido entre el pueblo de Hervás y la base del Pinajarro lo suelo realizar en 2 horas y 10 minutos en subida (le podemos calcular unos 20 minutos menos en bajada). Lo que a mí me llevó más tiempo fue subir el Canchal de Pinajarro por donde decidí hacerlo. Entre unas dificultades y otras, el caso es que salí de casa a las 6:20 y regresé a las 21:40. Todo el tiempo andando, menos unos minutillos para meter los pies en las pozas donde saqué las fotos a las ranas y renacuajos.

Qué llevar: muchísima agua, crema solar y pantalones largos. Conviene que los pantalones los metáis por dentro de los calcetines y las botas. Aún así, al menos en este periodo en el que de las veredas no hay ni rastro, las retamas lograrán entrar por dentro de los pantalones y encontraréis las botas y los bolsillos llenos de ramas. Además el último amplio retamar llegando a Hoya Moros está quemado, con lo cual os tiznareis los bajos. Eso sin contar con que, al quedar de las ramas sólo unos 30 cm, se pisa fatal y es fácil perder el equilibrio.
El balance es muy positivo: el espectáculo del Cuerpo de Hombre visto desde esa altura es sobrecogedor. Eso por no hablar de la impresionante pared de la que hacen uso los aficionados a la escalada. Por cierto, en la foto podéis ver el refugio para montañeros de Hoya Moros con su llamativo tejado rojo. Además me traje a casa una pluma de buitre como trofeo. Ni que decir tiene que no se la arranqué a ninguno de mis anfitriones; fueron tan amables de dejármela en el Canchal.

HERVÁS-GARGANTILLA-PUERTO DE HONDURAS POR PISTA DE MONTAÑA


Hoy nos disponemos a recorrer las montañas de Gargantilla. A pesar de su indudable belleza, no son tan acogedoras como los habitantes de este encantador pueblo. No obstante, quizá ello no haga más que aumentar su atractivo. Se trata de montes recios recorridos por caminos en no pocas ocasiones duros hasta el punto de volverse casi inmisericordes.

VENTAJAS
1. Atravesar paisajes de una belleza austera y áspera que nos ponen a prueba quizá con más inflexibilidad que ninguna de las rutas que hayamos emprendido hasta el momento.
2. Disfrutar a lo largo de casi todo el camino de la compañía de tímidas vacas que campan a sus anchas por el monte y el camino. La timidez se debe a que, al vivir constantemente allí arriba, no están acostumbradas al contacto con el hombre.
3. Poder admirar el vuelo de los majestuosos buitres.
4. Tener la oportunidad de visitar un pueblo cuyos habitantes siempre acogen al caminante con extrema cordialidad.

INCONVENIENTES
1. A la dureza del camino deberéis sumar el esfuerzo que implicará transportar la cantidad de agua suficiente para efectuar el tramo entre Gargantilla y el Puerto de Honduras ida y vuelta. Es muy importante que no recojáis agua en los arroyos que encontraréis por el camino. A ellos acude constantemente el ganado bovino, lo que compromete su potabilidad.
2. A pesar de que la pista que tomaremos en Gargantilla para alcanzar el Puerto al principio puede recordarnos a la Heidi de Hervás, al poco comenzará a estrecharse y, sin esperar mucho, se convertirá en un duro camino plagado de piedras. Quizá estéis pensando que la Heidi también tiene piedras, pero esto es totalmente distinto: a su lado la pista de Marinejo se queda en un cómodo paseo. En realidad estaremos avanzando por un largísimo majano de unos cinco kilómetros. En mi vida había visto algo así. Por si fuese poco, todo el trayecto será en ascenso, ya que debemos alcanzar la cota de 1450 m. de altura del Puerto de Honduras.

PRECAUCIONES
1. No recojáis agua en los arroyos que encontraremos entre Gargantilla y el Puesto de Honduras. Los excrementos de las vacas que circulan libremente por las montañas durante todo el año podrían causarnos serios problemas. En caso de que el agua que transportáis empezase a escasear y difícilmente pudieseis efectuar el regreso sin arriesgaros a sufrir las consecuencias de la deshidratación, sería conveniente que recorrieseis un kilómetro de la carretera del Puesto de Honduras en dirección a Hervás y en la fuente que encontraréis allí (al respecto se puede consultar la entrada sobre el trayecto hacia el Puerto de Honduras por carretera) os abastecieseis de agua.
2. Tendréis que estar muy atentos para pisar correctamente sobre las piedras que cubren el camino. De lo contrario podríais torceros un tobillo con extrema facilidad. La precaución deberá redoblarse a la bajada. Sobre este terreno, evidentemente, no se puede correr. No obstante, suele ser mejor no caminar tampoco demasiado despacio: bajar a un cierto ritmo a menudo nos ayuda a mantener el equilibrio entre las piedras. Cada uno de vosotros tendrá que encontrar el paso que más se ajuste a sus necesidades.
3. No encontraréis cobertura vegetal que os proteja del sol en el duro ascenso hacia el Puerto de Honduras.

QUÉ LLEVAR
1. Más que nunca, un calzado extremamente resistente y con buena adherencia.
2. Nuestra principal preocupación debería ser el agua.
3. Imprescidible la crema de protección solar. Recordad que careceréis de sombras en las que repararos.

CÓMO LLEGAR
Nos dirigimos a Gargantilla atravesando el castañar (sobre esta parte del trayecto se puede consultar la entrada sobre el Castañar del Duque y Gargantilla). Si aprovechamos le frescor de la madrugada y caminamos a buen paso, podemos recorrer los casi 7 km 500 m. que separan Hervás de Gargantilla en 1 h.
Una vez efectuada la bajada al pueblo, atravesamos el puente que encontramos de frente y comenzamos a andar por la ancha pista encementada que se abre a nuestra izquierda. Pasamos por delante de la piscina natural del pueblo y, aproximadamente a 1 km 400 m. del puente, encontramos un cartel con el plano de la ruta a seguir para alcanzar el Collado de Enmedio (que visitaremos en nuestra próxima salida). Seguimos adelante y en breve (unos 400 m.) rebasamos el depósito de agua circular que habíamos visto mientras ascendíamos al Puerto de Honduras por la carretera.
A unos 700 m. el camino se bifurcará. El ramal de la derecha estará marcado con una cruz blanca y roja y el de la izquierda con rayas paralelas del mismo color. Tomamos el de la izquierda. Aproximadamente a 1 km. 300 m. atravesamos un pequeño arroyo.
En este momento debéis prestar mucha atención al camino, en realidad es el único punto del trayecto en el que podríais perderlo. A unos 15 m. de ese arroyo se bifurca. El problema es que, a la ida, la desviación que debemos tomar a la derecha apenas es visible debido a los altos helechos (que tapan también una marca hecha con piedras para señalar la dirección a tomar). Si esta desviación os pasase desapercibida y siguieseis de frente, la senda iría haciéndose cada vez más estrecha y difícilmente reconocible entre los helechos.
Por otro lado, debido al tránsito de las vacas y de quienes van a recogerlas al monte, en la zona que recorremos encontraréis más de una senda. No debéis perder la calma. Lo importante es que uséis la lógica para orientaros. Para llegar hasta el Puerto de Honduras debemos caminar de frente, dejando siempre a nuestras espaldas Gargantilla. Lo normal es que, si os desviáis del camino principal y seguís una de esas sendas, acabéis encajándoos en el Arroyo Honduras. Inmediatamente comprenderéis que habéis perdido el camino, pues éste tiene que ir subiendo progresivamente hasta alcanzar la cota del Puerto de Honduras. Sin perder los nervios, miráis a vuestra derecha hacia lo alto y, no mucho más arriba de donde os encontráis, observaréis lo que desde vuestra posición parecerá un muro bajo en piedra (en algunos puntos su presencia se hará más evidente aún porque al pie, clavada en el suelo verticalmente, aparecerá una gran piedra): en realidad se trata del camino que nos conducirá hasta el Puerto. Una vez localizado, bastará que trepéis hasta él por donde encontréis menos maleza.
No obstante, si os habéis ido encajando en el Arroyo Honduras, os aconsejo que antes de trepar hasta el camino visitéis el paraje en el que se alimentan los buitres (en las inmediaciones del Arroyo Pasafríos), que queda a poco más de 1 km de la desviación que deberíamos haber tomado. La senda que probablemente habréis seguido os conducirá directamente hasta allí tras atravesar el Arroyo Honduras. Reconoceréis el lugar enseguida porque es un prado, seco en verano, lleno de huesos de todo tipo de animales.
Una vez que hayamos tomado el desvío, el camino (que ya no era especialmente descansado al discurrir cuesta arriba) se volverá cada vez más duro y se irá plagando de piedras hasta convertirse en una suerte de majano por el que tendremos que avanzar, bajo el sol, hasta alcanzar el Puerto de Honduras. Cuando el camino gire hacia la derecha y paséis por encima del Arroyo Honduras, la pendiente se hará aún más escarpada. A vuestras espaldas quedará un alto picacho (el Cancho de la Aguililla) alrededor del cual seguramente podréis ver volar a los buitres.
No mucho más adelante empezamos a divisar a lo lejos la carretera. A unos 3 km del punto en el que tomamos el desvío nos resulta ya posible ver el refugio del Puerto de Honduras. Allí encontraréis una baliza y el camino se bifurcará. Para salir a la altura del refugio tomamos el desvío de la derecha (el de la izquierda os deja más abajo en la carretera en dirección a Hervás, algo más de 1 km antes del refugio). Unos 800 m. después llegamos al Puerto.

DISTANCA TOTAL
19 km de ida y otros tantos de vuelta. De Hervás a Gargantilla habremos recorrido unos 7 km. 500 m, y desde el puente que atravesamos al entrar en el pueblo por la ruta del castañar hasta lo alto del Puerto de Honduras otros 11 km 500 m.

TIEMPO ESTIMADO
Echándole muchas ganas, si las piernas y el corazón responden y tenéis una buena capacidad pulmonar, 3 h 15 min. ida y unas 2 h. 45 min. vuelta (caminar en bajada en un terreno tan abrupto, a pesar de la incomodidad que suponen las piedras, ayuda a avanzar a mayor velocidad).

VEGETACIÓN
Sobre la vegetación en el tramo Hervás-Gargantilla se puede consultar la entrada sobre el Castañar del Duque y Gargantilla.
Las montañas que recorremos hoy nos ofrecen un paisaje bien distinto del que suelen regalarnos las montañas de Hervás. No veremos castañares tupidos, aunque a orillas del Arroyo Honduras encontraremos algún castaño disperso. La sierra estará cubierta por una vegetación baja compuesta fundamentalmente por retama, brezo y una multitud de helechos, que son quienes ofrecen al paisaje ese hermoso y uniforme color verde claro que apreciamos en nuestra subida al Puerto de Honduras por carretera. No faltarán tampoco los majuelos y los rosales silvestres. De vez en cuando encontraremos robles imponentes muy dispersos, cuyos retorcidos y agrietados troncos son un regalo para la vista.
No obstante, quizá el mayor presente que este recorrido ofrece a nuestros sentidos procede de los torviscos en flor. Jamás he olido torviscos tan fragantes como los que pueblan Gargantilla y especialmente esta ruta. Seguramente ello es debido a la sequedad que los rodea (aunque relativamente cerca del camino discurre el Arroyo Honduras, esta montaña es infinitamente más árida que la que predomina en Hervás), responsable de que el aroma que desprenden los ramilletes de flores de estos arbustos se concentre. Los torviscos de Gargantilla llenan el ambiente (especialmente cuando el sol aprieta) de un aroma dulce e intenso, muy similar al de la madreselva, pero infinitamente más profundo y agreste, más montaraz.
Esta recia montaña nos deleita también con aromas resinosos y balsámicos.
A pesar de la escasez de árboles, en las riveras del Arroyo Honduras encontramos algunos alisos y chopos pequeños.

PROPUESTAS ADICIONALES
Mi consejo es que os adentréis en el paraje en el que se alimentan los buitres. El espectáculo puede resultar estremecedor e incluso tétrico, pero al tiempo ofrece una interesante lección sobre la naturaleza y, si queremos interpretarlo en clave alegórica, también sobre la vida. Una vez que hayáis bajado hasta allí, ya nunca volveréis a mirarlo con los mismos ojos desde el camino, ni podréis confundir las manchas blancas que desde él se divisan con simples piedras.

Los verdaderos protagonistas estan aquí