Tentación (retrato de Salomé Guadalupe) por Alejandro Cabeza |
CONSEJOS A UNA BELLA DURMIENTE
Te ofrezco el fruto
madurado con dolor,
a base de golpes
engordado.
A pesar de todo,
es dulce y no amargo.
Come de él sin temor;
no es elixir de
muerte sino de vida.
No te marchites esperando un beso liberador.
Que te encuentre consciente,
despierta,
si ha de llegar el príncipe
algún día.
algún día.
(S. G. I, Madrid, 1 de agosto, 2013)
ALICIA SE MIRA EN EL ESPEJO
Sobre
el escenario, un ambiente angosto, un pequeño cuarto abierto hacia el público
en cuyas paredes, forradas desde hace demasiado tiempo con un sombrío
papel gris, se advierten desgarrones y ampollas provocadas por las
humedades. También, cercos de salitre con forma vagamente humana:
fantasmagóricas apariciones de aciagos rostros. En el fondo del escenario,
en sentido transversal, unas barras atraviesan, a la altura de la cabeza, el
reducido espacio. De ellas cuelgan algunos trajes de chaqueta austeros, de
corte siempre estricto, en tejidos tupidos y pesados. Invariablemente,
oscuros. Con falda recta y larga por debajo de la rodilla, como parecería
corresponder a una mujer de mucha más edad. Trajes, en definitiva, sin ningún
atractivo. Escondido entre ellos y olvidado por todos,
desambientado y excluido, marginado y melancólico en un ángulo apartado, se marchita
por momentos un único vestido juvenil con flores otrora multicolores que
parecen agonizar en ese hábitat cerrado y hostil. Un vestido primaveral de
gasa, escotado y cortísimo, como los vaporosos vestidos estampados que solía
llevar antes de conocerle.
Detalle a
detalle el público va comprendiendo que la protagonista se encuentra recluida
dentro de un armario ropero, una suerte de zulo sórdido y triste del que ella
no tiene la llave...
PARA LEER LA TOTALIDAD DEL MONÓLOGO, DESPLEGAR LA ENTRADA
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