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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

CUARENTA AÑOS NO SON NADA

Granadilla, agosto de 2011


Sigo obligada al mutismo por el mucho trabajo. Aún así, cómo no manifestarse. Sería indigno: no concibo mi labor como escritora desgajada del mundo en el que vivo. Entré en la literatura en buena medida para ser útil. Y hoy lo útil es no callar. Hablar, eso sí, con moderación y buen juicio, sin perder el respeto ni la capacidad crítica. No va conmigo, aunque se diría de moda, lanzar la palabra y esconder después la mano.
En los últimos tiempos muchos “tertulianos” −y entrecomillo porque se me antojan más bien monologuistas−, convencidos de que los fines siempre justifican los medios, gustan de desenfundar presuntos perfiles −y digo presuntos porque, como el periodismo y otras nobles disciplinas enseñan, hasta que los datos no se contrastan… Evidentemente más de uno se saltó esa clase en su día. Y qué decir respecto al peligro que entraña el reprobable hábito de generalizar− de manifestantes, indignados, desencantados y críticos en general. Anda que como a los demás nos dé por entretenernos desempolvando perfiles, en este caso perfectamente constatables, de opinólogos y periodistas…
Siempre esta desatada e irreverente fantasía mía… Extemporáneamente o no −porque el inconsciente siempre se revela mucho más perspicaz y sincero que nosotros mismos−, se me viene a la cabeza aquella fábula infantil de los cabritillos y el lobo. Y me digo que, afortunadamente, la patita acaba viéndose antes o después.
¿Quién está más interesado en inflamar el descrédito? ¿Quién sale ganado con las actitudes violentas por parte de presuntos manifestantes? ¿Quién eres tú, que te cubres el rostro? Yo no necesito capucha; no tengo nada que esconder.
“Damos mala imagen en el extranjero. Y eso no sólo daña al gobierno sino también a todos los españoles”. Son palabras de una mente preclara de nuestro tiempo, aquella que nos deleitó en su día con una lección magistral sobre peras y manzanas.
Siempre esa cobarde y cómoda táctica de culpabilizar a la víctima. Todavía en 1980 Pilar Miró se enfrentó a un juicio militar por rodar El crimen de Cuenca. Quizá dentro de poco, siguiendo otras democráticas decisiones adoptadas por las instituciones competentes, denunciar la brutalidad policial pase a estar penado con la cárcel −al garrote vil no creo que volvamos porque es un método con poca clase y aires demasiado rústicos para nuestro moderno gusto. Aunque al paredón…−.
Hay cosas que nuestra admirada Transición dejó, definitivamente, sin resolver. De aquellos polvos vienen estos lodos.

Granadilla, agosto de 2011

 Para escuchar Romance del prisionero, interpretado por Paco Ibáñez

Los verdaderos protagonistas estan aquí