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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

HAY DÍAS

Subida al puerto de Honduras

HAY DÍAS
Hay días grises,
días en que los pasos,
inevitablemente,
conducen al desconsuelo.
Si el cielo al fin se abre
un dedo enorme señala severo.
El rayo gélido, certero,
inmortaliza un rigor pétreo.
Pies pesados parten al destierro.
Hay días en los que
aun de sí mismo
 uno puede ser sólo extranjero.
                                                                        (S. G. I. Hervás a 3 de agosto de 2011)

Sirena del Palacio del Marqués de Dos Aguas (Valencia)

Para escuchar al grupo Aphrodite’s Child interpretando End of the World.
http://www.clip4e.com/play_demis_roussos_vangelis_aphrodite_s_child_1968_end_of_the_world.htm

Subida al puerto de Honduras

Para escuchar a Demis Roussos interpretando en directo, muchos años después, End of the World. Porque las voces prodigiosas y los grandes profesionales, los hombres de espectáculo, los son, pase lo que pase, hasta el final.
http://www.youtube.com/watch?v=W8QNlinixVM

DEL CIELO CAEN NUBES COMO BOMBAS



DEL CIELO CAEN NUBES COMO BOMBAS
Del cielo caen nubes como bombas.
Tú estás lejos;
apenas te recuerdo.
Caen nubes sobre siropes fragantes y mercados especiados.
Sobre los deseos tiernos.
Sobre robustas voluntades
caen.
Sobre cervices hastiadas de girar en la misma noria
sin recompensa de mísero heno
Caen nubes sobre un pueblo orgulloso por viejo.
Caen bombas sobre historia de milenios.
Del cielo caen nubes como bombas.
Caen tenaces como el remordimiento:
telediarios, artículos, versos...
Del cielo caen nubes como bombas.
Los gases lacrimógenos enturbian el recuerdo...
Si me esfuerzo,
entre el fragor de las nubes,
aún escucho tu voz.
Quién sabe si estarás vivo o muerto
                               (S. G. I. Hervás, 5 de agosto de 2011)












Para escuchar a los Creedence Clearwater Revival interpretando Fortunate son

Para escuchar a Joan Bautista Humet interpretando Hay que vivir


GRANADILLA: UN MAR INTERIOR

Granadilla, fundada en 1170 por Fernando II, desde 1980 declarada Conjunto Histórico-Artístico, fue desalojada en los años cincuenta tras ser declarada zona inundable por la construcción del embalse Gabriel y Galán. Sus habitantes fueron expropiados. Las familias campesinas, sin tierras, partieron al exilio. Sus olivos soñaban bajo el agua el pronto regreso. Pero las vidas de los últimos resistentes navegaban a la deriva en una isla cada día más pequeña: el mundo exterior parecía ajeno al naufragio. Nadie llegaría para rescatarles. No se alzarían voces discordantes en defensa de una causa que parecía lejana.








Cuidaba de sus intereses –son a menudo tan engañosos los posesivos… Y otras veces, tan predecibles– alguien que nunca debía explicaciones. Que sencillamente hacía y deshacía a su antojo: se respondía a la voz del amo. Porque la democracia y los derechos civiles, Milana Bonita, aquí y en muchos otros lugares −en todos aquellos en los que se cuecen habas− han costado, y aún siguen costando en buena parte del mundo, sangre y lágrimas. Algunos todavía se marchan un día y ya no vuelven. Quizá por eso me guste respetar ciertas reglas del juego. No todas, sólo algunas. Sólo las que, creo, me permiten honrar las pieles de quienes se la dejaron por el camino. Porque el hombre es un animal que carece de memoria, y yo no quiero alimentar el hambre sin fondo del olvido.









Recorriendo la muralla pareciera contemplar a la víctima de una bomba, de un arma que todo lo hubiera arrasado sin consideración: de la violencia gratuita –¿acaso hay otro género de violencia? A pesar del alto precio que, paradójicamente, siempre cuesta–, de la crueldad o la falacia. Al fondo, dominando las ruinas, el castillo se yergue altivo, intacto, eterno… Y sin embargo puede que no haya vencido; un pueblo se levanta de sus cenizas por voluntad, por trabajo y esfuerzo. Por orgullo y dignidad, se levanta. Un pueblo nunca muere del todo por manos de otros, por muy ensangrentadas que estén éstas. O se suicida o anda. Y él/ella no se ha sometido del todo, ni a pesar de todo. El sol aún vive fuera, brilla fuera. Nada pueden los poderosos salones, estrechos y oscuros, contra esa estampa infinita y luminosa. Observa sombrío a los visitantes que, tras el fugaz asombro, migran ligeros hacia la luz como las aves.

El pueblo se siente solo: sus muros semiderruidos se mezclan en orgías de callejuelas, marañas que envuelven al huésped por ver si el zumbido de la despistada presa acalla el rugido del hastío. Hace décadas que la quimera del mar le lame los pies, pero aún se resiste pudorosa a un idilio que intuye insidioso. A veces se engalana, cubre sus muros de conchas… Sin embargo algo en su interior le susurra que ese amor no ha de acabar bien. Y ella no olvida: ansía lo que ya no puede tener, la tersa llanura que yace medio ahogada a sus plantas, sobre un fondo en calma donde no habita el sonido. Ansía una piel erizada de tercas encinas y alcornoques, como una barba incipiente: áspera pero cautivadora, hiriente pero inevitable. Ya no volverá. No importa lo mucho que espere. No secará el pertinaz sol los fluidos derramados. Sólo quedan los lánguidos eucaliptos, extranjeros nostálgicos de desconocidos continentes a la deriva. En junio, los pétalos ajados de las jaras, que nievan el duro suelo y riegan la brisa pretendidamente salada con su fugaz aroma. Por el aire vuela el canto de un cisne, llegado de no se sabe qué lejanos jardines.

Visto por ojos ajenos, diríase un paisaje lunar, yermo. Y sin embargo es aún un pueblo poderosamente vivo, en el que los mulos rumian al amor de los pétreos muros y los lechones juguetean ociosos en el barro. El gamo de mirada tierna observa asombrado, quizá incluso celoso, cómo la sangre gira impaciente más allá de las murallas que parecieran cárcel, y quizá simplemente sean refugio. Aquí y allá surgen pequeños vergeles del suelo calcinado: los huertos donan frescor y los frutales, sombra en la que posar unas palabrsa. En sus recovecos no existe el tiempo; los asientos son de piedra. No ha de tener prisa el caminante.

Desde el 1984 el pueblo forma parte del Programa de Restauración de Pueblos abandonados. Los estudiantes desarrollan tareas de rehabilitación en él desde 1986: lo habita de nuevo, de alguna forma, la sangre joven. El entusiasmo brota en los rincones bajo apariencia de humildes vegetales que los muchachos, cotidianos demiurgos, llevarán de vuelta a sus casas como prueba del modesto milagro del que son capaces. No obstante en el Día de Difuntos los antiguos habitantes, los vivos y quizá los muertos, regresan a su tierra. Hay quienes se preguntan si el pueblo debería quedar como está; siendo museo vivo, memoria, martillo contra la cerrazón y la tiranía. O si por el contrario se debería ofrecer a sus antiguos propietarios la posibilidad de recuperar los que fueron sus hogares, los de sus padre, los de sus abuelos, los de…
                                                                            (S. G. I., Hervás, 10 de agosto de 20211)


GRANADILLA: A UN MAR INTERIOR
En las casas abandonadas,
o restauradas,
se adivinan murmullos sin cuerpo,
sonidos amortiguados,
como ahogados por el líquido elemento.
Dicen, de quienes reconstruyen el pueblo.
Pero yo intuyo, ,
que llegan de otro tiempo.
                                                                                                          (S. G. I., Hervás, 11 de agosto de 20211)






Para escuchar a Pablo Milanés interpretando Yo pisaré las calles nuevamente


CRÓNICAS MARINAS II: A POR EL MAR

Cala Portitxol (Jávea), junio 2011

El mar tiene su propio lenguaje; basta saber escucharlo. No se necesitan más palabras.

Cala Portitxol (Jávea), junio 2011

Para escuchar a Luis Eduardo Aute interpretando A por el mar


LOS PIES DE BARRO

Castillo de Granadilla (Cáceres)
Más allá de las mazmorras existe aún un cielo. Más allá de las tinieblas espera la luz del día.

Cielos sobre la calleja de El Pino (Hervás)

[…]había conocido su incapacidad de amor en el enigma de la palma de sus manos mudas y en las cifras invisibles de las barajas y había tratado de compensar aquel destino infame con el culto abrasador del vicio solitario del poder, se había hecho víctima de su secta para inmolarse en las llamas de aquel holocausto infinito, se había cebado en la falacia y el crimen, había medrado en la impiedad y el oprobio y se había sobrepuesto a su avaricia febril y al miedo congénito sólo por conservar hasta el fin de los tiempos su bolita de vidrio en el puño sin saber que era un vicio sin término cuya saciedad generaba su propio apetito hasta el fin de todos los tiempos mi general, había sabido desde sus orígenes que lo engañaban para complacerlo, que le cobraban por adularlo, que reclutaban por la fuerza de las armas a las muchedumbres concentradas a su paso con gritos de júbilo y letreros venales de vida eterna al magnífico que es más antiguo que su edad, pero aprendió a vivir con esas y con todas las miserias de la gloria a medida que descubría en el transcurso de sus años incontables que la mentira es más cómoda que la duda, más útil que el amor, más perdurable que la verdad, había llegado sin asombro a la ficción de ignominia de mandar sin poder, de ser exaltado sin gloria y de ser obedecido sin autoridad cuando se convenció en el reguero de hojas amarillas de su otoño que nunca había de ser el dueño de todo su poder, que estaba condenado a no conocer la vida sino por el revés, condenado a descifrar las costuras y a corregir los hilos de la trama y los nudos de la urdimbre del gobelino de ilusiones de la realidad sin sospechar ni siquiera demasiado tarde que la única vida vivible era la de mostrar, la que nosotros veíamos de este lado que no era el suyo mi general, este lado de pobres donde estaba el reguero de hojas amarillas de nuestros incontables años de infortunio y nuestros instantes inasibles de felicidad, donde el amor estaba contaminado por los gérmenes de la muerte pero era todo el amor mi general, donde usted mismo era apenas una visión incierta de unos ojos de lástima a través de los visillos polvorientos de la ventanilla de un tren, era apenas el temblor de unos labios taciturnos, el adiós fugitivo de un guante de raso de la mano de nadie de un anciano sin destino que nunca supimos quién fue, ni cómo fue, ni si fue apenas un infundio de la imaginación, un tirano de burlas que nunca supo dónde estaba el revés y dónde estaba el derecho de esta vida que amábamos con una pasión insaciable que usted no se atrevió ni siquiera a imaginar por miedo de saber lo que nosotros sabíamos de sobra que era ardua y efímera pero que no había otra, general, porque nosotros sabíamos quiénes éramos mientras él se quedó sin saberlo para siempre con el dulce silbido de su potra de muerto viejo tronchado de raíz por el trancazo de la muerte, volando entre el rumor oscuro de las últimas hojas heladas de su otoño hacia la patria de tinieblas de la verdad del olvido, agarrado de miedo a los trapos de hilachas podridas del balandrán de la muerte y ajeno a los clamores de las muchedumbres frenéticas que se echaban a las calles cantando los himnos de júbilo de la noticia jubilosa de su muerte y ajeno para siempre jamás a las músicas de liberación y los cohetes de gozo y las campanas de gloria que anunciaron al mundo la buena nueva de que el tiempo incontable de la eternidad había por fin terminado.
                                                        (Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca)

 

Para escuchar a Pink Floyd interpretando Another brick in the wall


 

EL FINAL DE UNA ERA


De los tres enormes castaños que surgían al pie de un padrón en el Castañar del Duque, en la senda que enlaza la pista principal que va de Hervás a Gargantilla con la carretera que conduce al Puerto de Honduras, ya sólo quedan dos. Uno de ellos no ha resistido, quizá, la embestida del viento. Sus raíces, carcomidas, ahora miran al cielo. En su caída, involuntariamente, ha arrastrado algún castaño más joven. Los dos supervivientes honran al compañero coronándose de verdes hojas. Aunque su tenaz follaje parece languidecer por momentos.




REQUIEM
Calla el bosque sobrecogido:
mudos los pájaros por respeto.
Hoy la niebla cubre el sol.
Las campanas suenan a muerto.
El tronco lleno de arrugas
yace tendido en el suelo.
Ya no coronará el verde tus ramas,
ni dormitarás otro invierno.
Al fin ha rendido sus armas
el infatigable caballero.
Duerme un sueño profundo.
Descansa hasta el final de los tiempos.
Espera, gigante, en la otra orilla
a los restantes dos mosqueteros
                                                                           (S. G. I. Hervás, 2 de agosto de 2011)














Para escuchar a Loreena Mckennitt interpretando The Two Trees








Los verdaderos protagonistas estan aquí