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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

MARTILLO DE LOS MINEROS, ARADO DEL LABRADOR


Leo el comentario dejado por uno de los compañeros que honra esta casa con su valiosa presencia, Jarnaco, y me da por pensar. Ha sido un día raro. Siento una suerte de injustificable orgullo; me satisface que algunos puedan descubrir a Víctor Jara a través de este blog. Y me digo que muchos internautas quizá sean demasiado jóvenes, que la memoria es directamente proporcional a la edad. Y que yo ya tengo alguna: puedo ver sus manos, las de los viejos documentales.
Recuerdo la tarde que mis padres compraron en un conocido barrio obrero de Madrid, cerca del colegio donde cursé preescolar, el LP que de niña yo no dejaba de poner en el tocadiscos. Murió cuatro meses después de que yo naciera. Aquel debiera haber sido un año afortunado, un año alegre. De hecho lo fue para algunos. Quizá porque era muy pequeña, menor que un grano de avena, quizá por el influjo del blanco y negro de la carpeta del disco, ese recuerdo carece de color. La tarde, creo, era gris y lluviosa.
Hoy ha sido, también, un día gris. Ha sido un día raro. Me da por pensar en sus manos, en sus palmas elevadas a un cielo sin nubes. Para mí las manos son tan importantes como los ojos; revelan lo que una persona es, lo quiera ella o no. Y las veo tocando, acariciando las cuerdas. Y me las puedo imaginar acariciando a otro ser humano o a un animal. Pero, curiosamente, no logro imaginarlas golpeando, torturando.
Hoy ha sido un día gris, con una ligera tormenta. Pero ha sido también un día raro. Así que, en lugar de los insistentes y amenazadores truenos, yo sólo acierto a escuchar su voz. Su voz: conciencia y azote de los opresores. Su voz una y otra vez en mi cabeza. Su voz, la misma que llamaba a la reconciliación, que no al olvido. Y me digo, como tantas otras veces, que olvidar y no recordar no son siempre sinónimos. Y constato que la indignación y la rabia no van siempre de la mano. Y presiento que la segunda es una piedra tirada sobre el propio tejado, y que por el agujero irreparable que deja en nuestra morada van entrando indeseables alimañas. Hasta que, un día, nuestro hogar se convierte en una oscura guarida en la que no cabe el sol. Pero su voz reconfortante, cálida como los recuerdos infantiles, aplaca la tormenta.
No, querido Jarnaco: si puedo elegir, escojo poder seguir escandalizándome, indignándome toda la vida; no llegar a sentirme nunca tan vivida −o tan decepcionada por el género humano− como para considerarme curada de espanto. No escojo la rabia. Elijo resistir: escojo, a pesar de la experiencia, no permitir que nada ni nadie me empuje al odio.
Pero también me digo que la juventud suele ser impulsiva, que padece un exceso de energías a menudo difíciles de canalizar. Que yo misma quizá siga siendo, aún, demasiado activa para mi edad. Y que, quizá, observada desde el exterior, pueda parecer a veces incluso demasiado visceral. Y concluyo que, en el fondo, quizá no importe tanto, que tendré tiempo de sobra para parecer absolutamente aplacada, aplacada cuanto corresponde a mi edad, cuando esté muerta. Pero que ese momento aún no ha llegado. Que ese día no es hoy. Que hoy quiero −y debo− seguir, e incluso parecer, viva.

Plegaria a un labrador
http://www.youtube.com/watch?v=j6Aq2tUdhnw


Preguntas por Puerto Montt
http://www.youtube.com/watch?v=KD6PPld4e7c&feature=related

Vamos por ancho camino
http://www.youtube.com/watch?v=6qXkXTaZiXg

MÍSTICAS NUPCIAS


El cerezo y el almendro de mi jardín se buscan. Se afanan, incomprensiblemente, por alcanzar un inesperado abrazo al que creían haber renunciado. Han decidido, contra toda lógica, entrelazar sus ramas. Ambos tienen ya una cierta edad, y sin embargo hacen gala de un entusiasmo que quizá no les corresponda. Reverdecen impúdicamente ante los ojos extraños, y no les importan mínimamente las miradas indiscretas. Parecen vivir en su propio mundo. Como si la tierra que abrazan sus raíces fuese más cierta que la del resto. O como si hubiesen comprendido que a veces hay que arriesgarse a no tener tierra firme bajo los pies.
El cerezo y el almendro de mi jardín son en apariencia muy diversos. Pero las apariencias muchas veces, casi siempre, engañan. Y ellos no constituyen una excepción a esa regla: el cerezo y el almendro de mi jardín son muy diversos sólo en apariencia. Cuando ambos florecen, para los ojos inexpertos los frutos de sus esperanzas apenas se diferencian. Es más lo que les une que lo que les separa. Y a esa certeza quieren aferrarse con tenacidad, con la voluntad que les salvó de la tala y de la insidiosa carcoma en otro tiempo.
Durante muchos años defendieron sus respectivos espacios; las copas crecieron con sus propias costumbres y vicios, ajenas la una a la existencia de la otra. Pero ahora que se han descubierto, que casi se tocan, han entendido que compartir es mejor que disputar. Las hojas puntiagudas y ligeramente coriáceas del almendro han decidido no herir al compañero. Y en justo pago el cerezo será fiel y leal: no morderá la mano amiga, no clavará sus dentadas hojas en la confianza tierna. Para él, aunque un día pase la fugaz primavera, será siempre cándido como el vestido de una novia.



MÍSTICAS NUPCIAS
Se desposa el vetusto cerezo con la luz.
Extiende,
plantoncillo inexperto,
las escarmentadas ramas.
No teme,
aunque parezca insensato,
quemarse otra vez.
Es el milagro de la fe
que nutre,
con voluntad de vida,
 su savia.

                                         (S. G. I. Madrid, 19 de mayo de 2011)


Para escuchar (a ser posible acompañados... Mejor, muy bien acompañados) a Van Morrison interpretando Someone like you.


Los verdaderos protagonistas estan aquí