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DOS PINCELADAS SOBRE HERVÁS


(S. G. I., Madrid, 13 de octubre de 2011)

EL CAMINO, EL DE DENTRO Y EL DE FUERA, NO TIENE FIN: LO CONSTRUYEN LOS PROPIOS PIES.


Es éste un viaje a paisajes naturales, pero también a mis paisajes interiores: imposible delimitar lo que queda a cada lado de la ventana que es mi cámara. Es éste un viaje iniciático al interior de vosotros mismos que pasa por mirar, también, al exterior.

Abrimos una puerta a los caminos que recorren las montañas de Hervás. También, y muy especialmente, a los caminos que os recorren y que quizá nunca hayáis osado hollar. Nos esperan muchos lugares nuevos. Y cada unos de vosotros descubrirá, por su cuenta, otros paisajes interiores no menos hermosos, una tierra virgen: vuestro pequeño reino privado.

LA PISTA DE LA TEJEA

Como lo prometido es deuda, hoy emprendemos un recorrido breve pero harto interesante. Nos adentraremos en la pista que pasa por encima de la charca de La Tejea (en el plano número 13 de los senderos por el Valle del Ambroz que podréis encontrar en la Oficina de Turismo, aparece marcada en el ángulo inferior izquierdo con la leyenda “a Las Lanchas”).















EL TRAYECTO
Se trata sencillamente de recorrer la pista por la que entramos desde la carretera para alcanzar la senda que nos condujo a este paradisíaco rincón del río (sobre cómo llegar hasta aquí, consultar la entrada sobre La Tejea en la sección Para disfrutar del baño). No hay pérdida posible, pues no presenta ninguna bifurcación.
Aproximadamente a un kilómetro de la entrada de la senda que conduce al charco de La Tejea, a la altura del río, encontraremos el camino cortado por una gran portilla en tela metálica. Es muy sencillo abrirla. Se trata sólo de ejercer una cierta presión hasta que quede la suficiente holgura para sacar el lazo de alambre que la sujeta al palo que actúa como poste (no hay que intentar desatar los alambres). Una vez que hayáis pasado, volved a cerrar como se os pide en el cartel.
A unos 500 metros pasaréis una verja verde que suele permanecer abierta. Unos 700 metros más adelante encontraréis, a mano izquierda, una vieja casilla semiderruida. 80 metros más adelante aparece el final de nuestro viaje: una finca marcada con un cartel en el podréis leer El Cardoso.
Un informador fiable me asegura que tomando la estrecha senda que sale a mano izquierda apenas pasada la puerta de esta propiedad, se desemboca en la carretera de La Garganta, por la que subimos anteriormente para llegar hasta la charca de La Tejea. Ello os evitaría volver a bajar por el mismo lugar por el que habéis subido. No obstante, hace años que dicha senda no se linpia y resulta totalmente intransitable. En cualquier caso, dada la belleza del camino, volver a recorrerlo de nuevo es más un placer que una molestia.



DISTANCIA TOTAL
Algo más de dos kilómetros ida y otros tantos de vuelta.

TIEMPO ESTIMADO
La subida se puede efectuar en unos 40 minutos y la bajada en media hora. En ambos casos nos referimos al trayecto entre la entrada de la charca de La Tejea y la finca El Cardoso.

INCONVENIENTES
Todo el camino es en subida, y en algunos puntos las cuestas son bastante empinadas.

QUÉ ALICIENTES PRESENTA ESTA RUTA
Seguramente algunos de vosotros os estéis preguntando qué gracia puede tener introducirse por una pista empinada, que lleva hasta una portilla como tantas otras, para volver a bajar por el mismo lugar después. Y aquí entra en juego la fascinación que ejerce el camino.
Una de las mayores virtudes de éste consiste en ser una pista muy agreste, ya que por ella suelen transitar sólo los propietarios de las fincas que se encuentran al final de la misma. Es cierto que encontraréis algo de cemento, pero aparece sólo en pequeños tramos de las zonas más umbrías y empinadas. Evidentemente su única función es facilitar el paso a los tractores, que en invierno podrían patinar con el hielo.
Se trata de una ruta muy completa y espectacular, ya que en un trayecto breve nos ofrece una gran variedad de paisajes: desde ella tendréis acceso a unas excelentes vistas de la montaña, bucólicos prados, fincas de frutales y bosque de castaño y roble.
Es muy hermosa con el sol filtrándose entre las hojas de los árboles, pero os aconsejo que, si tenéis la oportunidad, os acerquéis a ella también en días nublados. En esas ocasiones, y especialmente bajo la lluvia, es un paisaje delicioso, entre melancólico y turbador (pero en ningún caso tétrico). Evidentemente me refiero a las lluvias estivas ligeras y de corta duración. Ni que decir tiene que hay que evitar los bosques durante las tormentas con aparato eléctrico, que podrían comprometer vuestra seguridad.

VEGETACIÓN
Entre la senda que conduce a la charca de La Tejea y la portilla que se encuentra a la altura del río encontraréis sobre todo castaños, chopos, alisos y algunos fresnos. Una vez atravesado el río, el paisaje parece cambiar radicalmente y durante un tramo encontraremos sólo roble. Sin embargo, en cuanto atraveséis la verja verde, a la altura desde donde son visibles los prados, reaparecerán los castaños, chopos y alisos. Poco después de la verja, esos árboles espectaculares comidos por la hiedra son enormes castaños, nogales y alisos. A medida que vayamos subiendo, se volverá a hacer notar de nuevo la presencia del roble.












































































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